CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

viernes, 10 de febrero de 2012

EL LATÍN MACARRÓNICO DE U. E. PAOLI (III): MACARRONISMO MORFOLÓGICO-LEXICAL

Paoli expone dos modos de producción de macarronismos morfológico-lexicales. El modo más simple consiste en una contaminación gramatical, sea latinizando superficialmente una palabra vulgar, como en Spagnolorum “de los españoles”1, sea dando desinencia italiana a una forma latina como en tremare por tremere, o en paupera mulier por pauper mulier; el segundo, el más conspicuo para Paoli, pone en acto neologismos latinos que “podrían ser tomadas por verdaderas palabras latinas, si, a veces, bajo la solemne toga romana que el poeta ha hecho ponerse a estos extravagantes neologismos, no trasluciera su bufonesca naturaleza macarrónica”2. Son estas palabras como latramen “ladrido”, gyramen “giro”, suspiramentum “suspiro”, grandilitas “grandeza”, pigritatim “poco a poco”, sanguificare “ensangrentar”, fluctivagare “errar sobre las ondas”, que en ocasiones animan un contexto épico:

Hi tres compagni, quid sit colpire, maëstrant,
Qui sint mandritti, quae puntae, qui ve roversi.
Totum sanguificant pontum, terrentque diablos.
(Baldus V XVI 95-97)
(“Estos tres compañeros saben de golpes el arte,
saben reveses, golpes de punta y tornavirones.
Todo el mar ensangrientan, y aterrorizan diablos”)

Paoli distribuye los macarronismos morfológico-lexicales en clases según su grado de afinidad con el latín auténtico. Así, considera que, por ejemplo, pigritatim pertenece a una aristocracia distante de formas como panza “pancia” (panza) y fiaschettus “fiaschetto” (frasco)3. Esta “aristocracia” lexical es clasificada en tres tipos:

1) neoformaciones humanísticas regulares4. Son neologismos no menos regulares y lícitos que las palabras de estructura análoga que encontramos en los clásicos. Así, aparecen sustantivos como los mencionados suspiramentum5 (Baldus V VII 168, cf. PLAVT. Stich., 173: inanimentum), latramen (XXI 19, cf. LVCR. 8, 148: frustramen) y grandilitas (I 296, cf. APVL. Plat., 2, 4: disparilitas); adjetivos como denteus “dentado” (XXI 415, cf. PLAVT. Truc., 854: bliteus); diminutivos6, como furcinula (I 465, cf. PLAVT. Pers., 515: facula) de furca “horca”; adverbios como asinaliter7 “al modo de un asno” (XX 654, cf. HOR. ars 29: prodigialiter) o el citado pigritatim8(XX 575); y verbos como los citados sanguificare (XVI 97; cf. AVG. ciu. 14, 3: candificare) y fluctivagare (XVIII 220, cf. STAT. Theb., 1, 271: fluctiuagus).
Una parte extraordinariamente rica de neologismos en el léxico folenguiano está constituida por adjetivos compuestos: fraudifer “fraudulento” (XII 154, cf. OV. met. 5, 442: flammifer), echisonus “resonante” (I 254, cf. OV. met. 1, 732: luctisonus), merdipotens “mierdipotente (Júpiter)” (XX 641, cf. ENN. (en CIC. De diu., 2, 56, 116): bellipotentes sunt magis quam sapientipotentes).

2) neoformaciones latinas arbitrarias.9 De los neologismos anteriores, de los que ofrecen ejemplos todos los humanistas, se pasa a algunas formaciones arbitrarias que, sea por la anormalidad con que el sufijo se une al lexema, sea por una intención de caricatura que se descubre en su aspecto lexical, se encuentran en la línea divisoria entre latín humanístico y macarrónico, como el sustantivo citado gyramen (XIII 185), u otros como ventramen10“vientre” (I 51) o casamentum “casa” (I 42); adjetivos como splendifer11 “espléndido” (XV 356) y porcidus (XII 450; gens porcida “gente puerca”); diminutivos como fontanula “pequeña fuente” (XVII 9); adverbios como grossiliter “de modo sumario” (IX 483) y verbos como dispennare “deshojar” (XX 161).

Neoformaciones arbitrarias son también algunos comparativos como bellior (XIV 214) e infidior (IX 145); pero en general las formaciones anormales de comparativos y superlativos como, por ejemplo, primior (I 62), primius (XXII 27), contentissimus (X 95), malissima (XVII 144), si bien resultan de un lexema latino normal y un sufijo normal, y estén constituidos sin entremetimiento de elementos vulgares, deben ser considerados macarrónicos porque revelan la intención, que es la primera inspiradora del latín macarrónico, de usar formas aparentemente latinas, pero erróneas: magnior (VII 687) y magnius (XXIII 36), en lugar de maior, maius, y más aún, pessissima (XVIII 310), forma abreviada de pessimissima, son consideradas por Paoli macarronismos con el mismo derecho que monivit (III 327) y ungis (XXII 127) por monuit y unguibus.

3) neoformaciones latino-macarrónicas.12 Las palabras de este último tipo, a pesar de revelar en su lexema su naturaleza macarrónica, obtienen gracias a su sufijo la dignidad de la palabra latina. De este modo, encontraremos sustantivos como sofiamen 13“soffio” (soplo) (XIX 272), lusimentum “luce” (luz) (XXIII 182), dabenitas “probità” (honradez) (VII 681), el citado ammazzator (II 53), amorbatrix “che appesta” (XXIV 14) y grassedo “grasso” (XXII 310); adjetivos como bravosus “spavaldo” (petulante), bastabilis “sufficiente” (XXIV 511), sbercifluus “cisposo” (legañoso) (VII 181) y trippifer “panciuto” (panzudo) (XXII 103); adverbios como gaiarditer “gagliardamente” (I 362), manigolditer “da manigoldo” (al modo de un pícaro) (XIII 30) y squadratim “a squadre” (en grupos) (I 121); verbos como bagnificare “bagnare” (VIII 505), discaricare “scaricare” (descargar) (XIV 321), immantellare (XXIII 238: immatellati breviter: “con corti mantelli”), mattescere “diventar matti” (volverse locos) (I 562) y pochifacere “far poco conto di” (XVI 522).

Una formación macarrónica de especial comicidad se halla en el comparativo de un adjetivo vulgar con el sufijo –ior, que ya se encuentra en Tifi (v. 50: poltronior “più poltrone”). Folengo lo emplea abundantemente en adjetivos y adverbios: castronior “più stupido” (XII 394) y leggerius “più leggermente” (XXIV 236). Llega incluso más lejos al derivar el comparativo no de un adjetivo sino de un sustantivo, hecho que encuentra un precedente en Plauto (Poen. 991: Nullus me est hodie Poenus Poenior). Pero, como señala Paoli, el valor adjetival dado a Poenus atenúa la audacia de la construcción, mientras que Folengo extiende este uso a nombres propios14 (Ciceronior [VI 215], Sansonior [XI 21]) y, límite extremo de su originalidad, a comunes: cortellior (IX 211):

Inter cortellos non est cortellior isto!
(¡entre cuchillos ninguno es más cuchillo que aquéste!)

Los vocablos de estos tres últimos tipos representan por su singularidad y frecuencia el mayor título de originalidad del léxico folenguiano: en ellos ve Paoli la principal diferencia entre el lenguaje de Folengo y sus predecesores, en los que palabras de este tenor son extremadamente raras15.



 
1 Bonora había señalado el designio de una deformación absurda en esta operación: “Il criterio della deformazione assurda ottenuta con l’aggiunta della terminazione latina alla parola volgare o dialettale stava tra le prime regole del maccheronico, e già con spiccata tendenza a prediligere tra i suffissi latini quelli che per la gravità stessa del suono segnano più forte il distacco tra i due elementi lessicali. Un conio del tipo di culamen è, per esempio, in Tifi Odasi, anzi nella comica accezione di plurale maiestaticum (v. 632: “ferratas bracas circum culamina ponit”) (p. 53).
2 Cf. U. E. PAOLI, o.c., p.46
3 Cf. ib., p. 59
4 Cf. U. E. PAOLI, o.c., pp. 139-141. Ofrecemos de cada tipo una selección de términos significativos.
5 La amplificación cómica que sufre el lexema por obra del sufijo afecta a su significado originario, y así suspiramentum indica en Folengo algo más que un suspiro común (cf. E. BONORA, o.c., p.55-56).
6 Folengo apreciaba la gracia estilística y la vida que proporcionaban los diminutivos a sus “vocabulazzi” macarrónicos, y así los hace entrar en “costrutti di vivacissimo colore” (cf. E. BONORA, o.c., pp. 60-62). Sobre la revalorización humanística de los diminutivos cf. E. BONORA, o.c., p. 63; M. CHIESA, “La tradizione lingüística e letteraria cristiano-medievale nelle “macaronee”, Teofilo Folengo tra la cella e la piazza, Dell’Orso, Alessandria 1988, pp. 12-14).
7 Bonora señalaba que el uso del sufijo –ter en Folengo es bastante más frecuente que en latín (p. 59). Mario Chiesa lo subraya como rasgo del latín medieval (cf. M. CHIESA, o.c., pp. 11-12). Más ejemplos en Bonora (p. 59 n. 28), quien advierte de que se deforma con el sufijo –ter incluso los adverbios para los que se dan en latín una forma afín: dextriter (Baldus T IX 439), praestiter (ib. X 125), repentiter (ib. X 325), strictiter (ib. XX 401).
8 Éstas formas, más escasas, tienen un precedente inmediato en neologismos humanistas (cf. E. BONORA, o.c., p. 60 n.29).
9 Cf. U. E. PAOLI, o.c., pp. 141-143.
10 Estas formas en –amen son usadas en plural con intención retórica (cf. E. BONORA, o.c., p.54 n.22).
11 La formación de nuevos compuestos, tan bienquista a los humanistas, no sigue siempre en Folengo las pautas de una coherencia lógica, sino que muchas veces prima el placer de crear un contraste o un realce humorístico, como en el caso de esta palabra, sinónimo de splendidus. De igual modo, se llama groppiferus a un bastón no porque se lleve sobre las espaldas sino por que las golpea, por una premeditada confusión entre “fero” y “ferio” (Baldus T III 96); furcifer es el pícaro digno de la horca, no el que la lleva (ib. XVI 409); semiruisonus no tiene nada que ver con el sonido sino que es sinónimo de medio destruído, porque se trata de una “casazza ...semiruisonis circumcircata murais” (ib. XXIV 271-272). Con estas formaciones y aún incluso con otras más atrevidas, de imponente novedad como grossiloquus (ib. I 59), el adjetivo attritorigidae, referido a las glebas congeladas con el frío del invierno (ib. VII 155) y verbitrium, aplicado a la piedra filosofal porque “constans tribus ex verbis” (ib. XII 410) Folengo se aparta tanto de la tradición encarnada por Quintiliano, que no admitía en latín los compuestos formados por más de dos palabras (cf. Inst. or. I, v. 65-70), como de la tradición humanista, que evitaba crear disonancias o contrastes estridentes. Folengo desarrolla una idea de los medios y de los fines de la lengua opuesta a la de los clásicos latinos, no por una preconcebida intención caricaturesca, sino por una personal búsqueda de expresividad. (cf. E. BONORA, o.c., pp. 64-66).
12 Cf. U. E. PAOLI, o.c., pp. 143-145
13 Sobre el efecto cómico del sufijo –amen aplicado a palabras vulgares y dialectales cf. E. BONORA, o.c., p. 54 n.21
14 Existen algunos precedentes en el latín medieval (Arrigo de Settimello, De divers. Fortunae, II 7: “est Fortuna mihi serpente Neronior omni”), en el que aparecen también superlativos de nombres comunes como magistrissimus y discipulissimus (cf. U. E. PAOLI, o.c., p. 144 y M. CHIESA, o.c., p. 12).
15 Cf. U. E. PAOLI, o.c., p. 139

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