CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 4 de octubre de 2014

LA REDACCIÓN TOSCOLANENSE DE LAS MACARRONEAS FOLENGUIANAS (V)




Ha llamado notablemente la atención de la crítica folenguiana el profuso cuerpo de glosas al texto, rasgo inconfundible de esta redacción. Estas glosas, ya presentes in nuce en la red. P, aparecen en esta segunda, como indica Isella Brusamolino, estructuradas con autonomía de microtextos1. Ettore Bonora dedicaba un apartado de su monografía sobre las macarroneas folenguianas al estudio de tales glosas. El crítico relaciona su desarrollo con la conciencia de las múltiples posibilidades del lenguaje macarrónico: "enriqueciendo mucho las notas marginales, Folengo no sólo ofrecía al lector el más precioso instrumento para la lectura no fácil de sus textos, sino que, haciéndose comentador de sí mismo, ponía más al descubierto las tendencias diversas, y, no obstante, convergentes de su vena de escritor: del juego intelectual e ingenioso a la intuición de un fondo expresivo más virginal y potente"2. A continuación establece Bonora una tipología: las glosas son, a veces, defensas del estilo, y, sobre todo, de sus licencias prosódicas, o constituyen explicaciones de formaciones lingüísticas. Las glosas, sobre todo en este último tipo, se presentan como una prolongación de la comicidad del texto. Este rasgo se observa palmariamente en las que reconstruyen etimologías ficticias, como la de castigalatro "cáñamo" (cf. Baldus T IV 240: "canevazzus latine; castigalatro macaronice: ex ipso enim fiunt soghetti quibus ladri castigantur"), en las que presentan falsos reclamos a autoridades inventadas o clásicas, cristianas, árabes y humanistas (cf. Baldus T IV 229: "Nota, ut ait Servius, quod gens differt a brigata, nam gens intelligitur de maribus et foeminis simul, brigata vero tantum de masculis, quasi gens bragata, quae portat bragas. A in i vertitur, testatur etiam Diodorus"), y en las que acumulan sinónimos cómicamente transfigurados (cf. Baldus T IV 265: "reverentia latine; inchinus graece; cortesia caldee; bonavita hebraice; bombracton diabolice")3. Tal aparato de glosas permitirá a Bonora descubrir en Folengo una vocación de filólogo4.

Zaggia caracteriza la red. T como una fase transgresiva y extremista, de macarrónico 'flameante': "el autor amplifica enormemente cualquier punta de contenido y de estilo, inserta digresiones de todo tipo a lo largo del hilo narrativo del poema, introduce más incisivamente en la objetividad relativamente desapegada de la narración los humores y resentimientos y las ideas de su propia personalidad, y, sobre todo, centrifuga y extremiza en todas direcciones los recursos expresivos del macarrónico (luego muy atenuados en las sucesivas redacciones)"5. Silvia Isella consiente en definir la red. T como 'experimental' desde un punto de vista lingüístico, pues Folengo pone a prueba en ella todos sus recursos, profundizando en las ricas potencialidades expresivas del dialecto6.

Esta segunda redacción fue la más conocida, leída y editada hasta el siglo XX, a pesar, como resalta Zaggia, de su pequeño formato editorial y de haber pasado al Índice7. A la editio princeps de 1521 siguieron 8 ediciones, aparecidas entre 1522 y 1692, todas ellas descriptae de la primera8. Las llamadas edd. Teranza (1768-1771) y Portioli (1882-1883), primeras tentativas de una labor editorial sobre las macarroneas folenguianas, ostentan gravísimos defectos, como su carácter contaminatorio y la supresión del aparato de glosas9. A partir de De Sanctis, y sobre todo de los estudios de Alessandro Luzio (1889), quedó relegada, en la consideración de la crítica, como fase intermedia en una evolución que hace de la cuarta y última redacción, la Vigaso Cocaio, la más madura y, consiguientemente, la preferida por la crítica de nuestro siglo10. Esta es la razón de su relegamiento editorial, subsanado en parte con la edición crítica de la Zanitonella, la Moschaea y el Libellus epistolarum et epigrammatum por parte de Massimo Zaggia, cuya labor como editor constituye uno de los logros fundamentales de la filología folenguiana11.





1 cf. S. ISELLA, "Superficie grafica...", p. 196.
2 Cf. E. BONORA, o.c., p. 48
3 cf. ib., pp. 48-53.
4 cf. E. BONORA, "Il mondo contadino...", p. 76. Lazzerini sitúa las glosas en una tradición escolar (cf. "Aux origines...", p. 26), y señala que el uso de notarios y abogados de glosar con frases del vulgar las fórmulas de los documentos legales, que genera un uso burlesco, constituye el antecedente más remoto de las (pseudo)glosas de sermones y macarroneas (cf. "Da quell'arzillo pulpito...", p. 121). Silvia Isella incide en sus implicaciones lingüísticas: "sea esa reflexión [de las glosas] auténtica o, la mayor parte de las veces, paródica, revela, en todo caso, una conciencia muy sensible a las contraposiciones más "fuertes" de códigos lingüísticos diversos, e incluso a oposiciones más difuminadas, pero no menos significativas en el orden de la fonética y el léxico. [...] Se dan casos de oposiciones lexicales (tomadas de campos lingüísticos contiguos, dialectales principalmente, pero disimulados bajo nombres de lenguas 'otras') del tipo: 1) brenta chaldaice, zerla hebraice, mastellus arabice, soium latine; 2) truffare: decipere. Soiare, calefare, trepare, berteggiare, bertonare, tosare; 3) tortelli graece, casoncelli latine, rafiol hebraice -donde el juego sinonímico es una suerte de catálogo de 'possibilia' dentro de los que Folengo realiza su elección, a menudo exclusiva, y otras veces variable de zona a zona del texto. Y se dan, en cuanto a las oposiciones fonéticas, casos del tipo: lasenam mantuanice, sieam bressanice (variantes diatópicas del lat. AXILLA dentro del código dialecto) o la que opone el toscano al lat. y / o dialecto: chetus florentine quietus, giuro scribitur toscaniter, zuro macaroniter, iuro latiniter; megium toscaniter, medium latine; primaias Florentini dicunt primas sicut et denaium, notaium, rasoium; fonzus macaronice, fungus latine; giusum, zosum, deorsum sintéticamente alineados en su triple oposición" (cf. "Superficie grafica...", p. 196).
5 Cf. M. ZAGGIA, "Breve percorso...", p. 90.
6 Cf. S. ISELLA, "Superficie grafica...", pp. 195-196.
7 Cf. M. ZAGGIA, o.c., p. 90. Prueba de ello es su presencia en todas las grandes bibliotecas italianas y europeas. Sobre su inclusión en el índice de 1596 nisi repurgatum fuerit, y en los sucesivos hasta 1900 cf. A. MOMIGLIANO, "La critica...", p. 186 n. 2. Para explicar las razones de su éxito la crítica ha adelantado razones a veces contradictorias. Así, Alessandro Luzio (cf. Maccheronee, II, p. 370 cit. por F. Márquez, o.c., p. 316 n. 71) atribuye la preferencia por esta red. a un carácter más inocuo, en su opinión, desde el punto de vista religioso. Con este juicio viene a coincidir Carlo Cordié (cf. "Il linguaggio...", p. 72 n.1), quien explica su fama por "su vivacidad y una menor gravedad de apuntes satíricos". Por el contrario, Ettore Bonora dará cuenta de la predilección de los lectores por la red. T con "las divagaciones y entretenimientos que en la edición del '21 se mostraban de manera más descubierta no sólo en las alusiones a menudo recurrentes a la historia religiosa y civil del siglo XVI, sino en la lengua misma, que, menos acoplada, y anotada con chispeantes glosas marginales, descubría además intenciones parodizantes y caricaturescas" (cf. Le Maccheronee..., pp. 96-97). Más recientemente, Lucia Lazzerini (cf. "Merlin Cocai in Provenza (echi folenghiani in Antonio Arena)", Atti Convegno 1991, pp. 373-377) ha caracterizado la red. T como "la más agitada por inquietudes religiosas, por fermentos polémicos y tentaciones heterodoxas, luego enromadas o suprimidas" (p. 376), lo que explica su rápido éxito europeo en el círculo cosmopolita de los intelectuales de inspiración evangélica, a comenzar, probablemente, por el propio Erasmo, en cuyos colloquia descubre Lazzerini influencias de tal redacción.
8 Cf. ed. Zaggia, p. 562, donde se las numera de T2 a T9.
9 Cf. ed. Zaggia, p. 563.
10 Cf. L. CURTI, "Vigaso Cocaio"..., p. 119. Bernardi Perini señaló cómo la revaloración de la Vigaso Cocaio, sustancial conquista crítica, se convirtió en un factor paradójicamente negativo en la edición de textos folenguianos, al haber enterrado editorialmente a las otras redd., en particular la Toscolanense, que había dominado, prepotentemente pero no sin motivo, de los siglos XVI a XIX (cf. "Folengo edito e inedito...", p. 78). Zaggia, (cf. "Breve percorso...", pp. 91-92) tras restar validez a la perspectiva de estudiar las diversas redd. con el fin de elegir la más lograda, sin intentar reconocer en ellas las diversas poéticas operantes cada vez, y sus resultados artísticos, niega que el artista de la red. T sea inferior al de las sucesivas: "es simplemente, o mejor, radicalmente diferente, es un escritor que tiene una idea del macarrónico mucho más exuberante, transgresiva y extremista de la que la reemplazará más tarde [...] Personalmente, diré que el Folengo de la Toscolanense me parece el Folengo más potentemente original e interesante, y creo que un conocimiento del Folengo sin la Toscolanese es un conocimiento menos que mediano".

11 Zaggia basa su edición crítica en la colación de 25 ejemplares de la editio princeps, clasificados de Tia a Tiz. El errata-corrige del fascículo 2M permite al editor organizar los ejemplares en cuatro familias (de la a a la d), organizadas de menor a mayor corrección textual (el estudio de las tablas de variantes y correspondencias que ofrece Zaggia entre las familias y los ejemplares que las representan, nos permite deducir que T3 es descripta del ejemplar clasificado como Tix (Biblioteca Angelica de Roma [signatura Rari I. I. I]), perteneciente a la familia a y dotado del fascículo 2M [cf. A. NUOVO, "L'edizione...", pp. 392, 396], aunque en T3 sólo se reproduce del fasc. 2M la Tabula Facetiarum). Zaggia distingue, asimismo, dos fases en la edición del texto y en la intervención del autor en la imprensión. En una primera fase, Paganino inicia la impresión basándose en una copia suministrada por el marqués de Mantua -de lo que da cuenta el propio impresor en su carta del fasc. 2M y que ha sido sobradamente documentado-. Con este antígrafo no autorizado se imprimen la Zan. y los trece primeros libros del Baldus. De su gran incorrección es testimonio el errata-corrige. En una segunda fase, Folengo remite al impresor el manuscrito autógrafo, retoca su obra y redacta el errata-corrige no sólo con las correcciones al texto, sino también con glosas y variantes de autor. Zaggia divide esta segunda fase en dos partes: una primera (2a), en que la revisión del autor se produce después de la impresión (hasta Baldus T XXV 558, la última corrección del errata-corrige), y otra (2b), en la que la revisión se produce durante la impresión, y que le permite a Folengo introducir variantes en los folios en curso de impresión (cf. ed. Zaggia, pp. 563-588).