CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 1 de noviembre de 2014

LA REDACCIÓN CIPADENSE DE LAS MACARRONEAS DE TEÓFILO FOLENGO




La tercera redacción de las macarroneas folenguianas apareció sin indicación de fecha, y el colofón reflejaba un lugar de impresión y un impresor obviamente ficticios: Cipadae apud magistrum Aquarium Lodolam1. El frontispicio de la príncipe, extremadamente sobrio respecto al de la red. precedente, ofrece un nuevo título, el contenido de la obra, que retoma en otro orden el de la red. T, y dos dísticos latinos en los que el autor entona una palinodia por su obra anterior y el presunto daño causado a terceros:

MACARONICORVM || POEMA. || [motivo ornamental en forma de trébol] || Baldus. | Zanitonella. | Moschaea. | Epigrammata. || Tam sibi dissimilis, tamq(ue) alter habetur ab illo | Merlino, vt primum nesciat autor opus: | causa recantandi fama est aliena, malorum | Iudicio, haud vatis simplice morsa ioco.

Desaparecen de esta redacción, junto con el copioso aparato de glosas, todas las chispeantes prosas macarrónicas introductorias de las redd. P y T2, que son sustituidas por un breve prefacio en prosa vulgar (Francesco Folengo alli lettori), firmado por el único laico de los hermanos Folengo, funcionario de los Gonzaga. En este prefacio se afirma que esta nueva versión sólo pretende responder a las críticas literarias y morales suscitadas por las anteriores redd., pues los intereses actuales del autor, que retoma de mala gana su obra, van por vías muy diferentes. Finalmente, Francesco Folengo advierte de que ha recibido el texto para imprenta en octubre de 15303.

Ya en la parte propiamente macarrónica las nuevas versiones aparecen en orden trastocado, precediendo ahora el Baldus a la Zanitonella. Tras los epigrammata figura, bajo aparente pseudónimo4, un postfacio en lengua vulgar (Nicolò Costanti altramenti lo Scorrucciato agli lettori), en la que se proclama la belleza, plurimorfismo y singularidad de la lengua macarrónica. Bajo esta carta de Costanti y antes del errata-corrige final, aparece en la princeps el severo busto clasicista de un poeta laureado, con la inscripción MERL. COC. F.5





El Baldus C es fruto de una metódica reelaboración formal y narrativa. De sus novedades estructurales y temáticas ha llamado especialmente la atención de la crítica el desarrollo del episodio de Berto Panada en el libro II, la biografía mítica de Merlín insertada al comienzo del libro XXII, y los cambios en el final del libro XXV, pasajes ambos reveladores de un cambio en la concepción del macarroneo en las dos últimas redacciones de las macarroneas folenguianas6. Tras el Baldus aparece la Zanitonella, reducida casi a la mitad (672 vv. frente a los 1283 de la T), y objeto de numerosos retoques formales, generalmente atentos a atenuar los efectos más abiertamente paródicos y a incrementar el decoro literario macarrónico7. En su nueva versión la Moschaea es objeto de una revisión bastante minuciosa, aunque sin alterar sustancialmente su fisonomía general, lo que la hace la obra macarrónica menos alterada en el paso de la red. T a la C8. Bajo el sobrio título de Epigrammata aparece desarrollado (32 epigramas -sin epístolas- en parte macarrónicos y en parte latinos, ya no ligados al Baldus) el Libellus de la red. T9. Las macarroneas de esta versión ostentan, en suma, una minuciosa labor de reelaboración formal, que hace de la red. C la fase más clasicista del macarroneo folenguiano, denominación que adquiere sentido si se la parangona con el gusto exuberante y excéntrico de la red. T10.

La red. C sólo conoce una edición sucesiva a la príncipe, impresa en Venecia por Pietro Boselli en 155511. Su fortuna editorial es más desgraciada, si cabe, que la de las redd. precedentes: ahogada en los siglos anteriores por el éxito de la red. T, lo ha sido a la vez en éste por la red. V. A ello han contribuido razones formales, como su íntima unidad con la redacción siguiente (piénsese que los impresores póstumos de la red. V tuvieron como antígrafo parcial un ejemplar de la red. C con correcciones autógrafas al margen, y esas interrumpidas por la muerte del autor, lo que llevó a Paoli a denominar a la V como Cipadensis altera12), y razones coyunturales, como la preferencia exclusivista por la red. V de la crítica del siglo XX. Dentro de su volumen de Macaronee minori Zaggia editó la Zanitonella, la Moschaea y los Epigrammata de esta redacción13. En 1993 apareció una reproducción facsímil (Macaronicorum Poema) del ejemplar conservado en la Biblioteca Comunale de Mantua (177. F. 41.) a cargo de la Associazione Amici di Merlin Cocai, con epílogo de Giorgio Bernardi Perini, y nota de Rodolfo Signorini.







1 Alessandro Luzio (1889) sostuvo que se publicó entre 1539 y 1540, ya que en la red. C se celebra como aún vivo a Federigo Gonzaga († junio de 1540), mientras que falta el elogio entusiasta de Isabella d'Este († febrero de 1539) presente en la red. T. Zaggia considera esto como argumento e silentio y fija la fecha de impresión en torno a 1535 basándose a las referencias internas a sucesos contemporáneos, y la de composición entre 1530 y 1535. Mario Chiesa, por el contrario, piensa que puede defenderse la datación de Luzio precisándola antes del 21 de agosto de 1539, fecha de la muerte de Francesco Folengo, autor del prefacio de la edición (cf. M. CHIESA, "Dubbi intorno alla Cipadense", Atti Convegno 1991, p. 461 n. 5). Por otra parte, la edición había sido atribuida desde el siglo XVII a Alessandro Paganino, pero Zaggia lo considera insostenible por razones bibliológicas y de cronología relativa, y la asigna, mediante el análisis de ciertos caracteres tipográficos y rasgos ornamentales, a Aurelio Pincio, que ya había sido impresor de L'Umanità del Figliuolo di Dio (cf. M. ZAGGIA, "Breve percorso...", pp. 94-95).
2 A. MOMIGLIANO, "Le quattro redazioni de la Zanitonella", GSLI, v. LXXIII (1919), p. 24, señala que la supresión de las glosas en las dos últimas redd. daba mayor unidad y seriedad a la obra, de modo que el lector no se distraía con apéndices, que, aunque breves y agudos, constituían otros tantos paréntesis nocivos a la impresión fudamental. Mario Pozzi aduce razones culturales: el triunfo entre 1525 y 1530 del riguroso clasicismo vulgar preconizado por Bembo, condenaba, con su nuevo concepto del decoro literario, el experimentalismo y el pluricentrismo de experiencias literarias anteriores como la macarronea. Así, la supresión de glosas y aparatos de autoexaltación respondía al designio de no presentarse más como un clásico, en reconocimento de la propia marginalidad respecto a la nueva literatura (cf. M. POZZI, "Le quattro redazioni...", pp. 40-47). Tal vez la supresión del cuerpo de glosas, frecuentemente burlescas, deba ponerse en relación con la revalorización de la segunda persona macarrónica plasmada en la fábula etiológica de Merlín Cocayo del libro XXII (cf. infra n. 6) y en el nuevo final del Baldus , donde se produce una identificación entre autor real y autor ficticio.
3 El prefacio y su contenido responde a claro propósito del autor, expuesto magistralmente por Zaggia: "La redacción Cipadense se presenta [...] como una obra perteneciente al pasado licenciada por un autor vuelto a intereses muy diferentes. Es evidente que se trata de una simulación, dado que el macarrónico fue para Folengo la pasión de toda una vida, pero es también relativamente fácil intuir las motivaciones personales de tal simulación: para un benedictino apenas reingresado en la Congregación debía ser embarazoso admitir su predilección por una actividad literaria cuanto menos jocosa, o sin más transgresiva, como la macarrónica; era mejor hacer creer que se trataba de una ocupación del pasado, es decir, del periodo transcurrido fuera de la Orden benedictina (1525-1530). La responsabilidad de la publicación, seguidamente, podía ser atribuida a un tercero, y para esto se prestaba el único laico entre los hermanos Folengo, además protegido por Federico Gonzaga, es decir, Francesco Folengo. Se entiende, ahora, porqué en la edición príncipe no aparece la fecha de publicación: era preferible dejar creer en una impresión inmediatamente posterior a 1530". Mario Chiesa, por el contrario, concede verosimilitud a las noticias que sitúan en 1530 el final de la composición de la red., pero la abundancia interna de referencias a hechos históricos posteriores a 1530, difícilmente entendibles como stop-press corrections, le hacen dudar de sus propios planteamientos en un post scriptum (cf. ID. "Dubbi...", pp. 459-469).
4 Zaggia no duda en considerarlo como un pseudónimo folenguiano (cf. ID. "Breve percorso...", p. 97. La carta es reproducida en la p. 98. Nosotros lo hacemos, parcialmente aquí). Chiesa, en cambio, apunta la posibilidad de que se trate de un personaje real, a pesar de no figurar en las listas de los Intronati de Siena, en concordancia con Curti (come mi pare abbia scritto Curti, cf. M. CHIESA, "Dubbi...", pp. 468-469), quien se limita a plantear la cuestión (cf. L. CURTI, "Vigaso Cocaio", p. 172: "Ma, ripeto, la lettera dello Scorrucciato pone, ad un editore critico del testo folenghiano, un problema sicuramente accesorio, che dovrà essere risolto 'in solido' con quello della valutazione della lettera (per alcuni, di mano dello stesso Folengo) nel corpo della redazione Cipadense").
5 Zaggia compara esta imagen con la de la xilografía de la red. T que representaba a Merlín con el botazzus en la mano y alimentado por sus musas, y concluye que "la Cipadense es un monumento clasicista que el poeta macarrónico se edifica a sí mismo" (cf. ID. "Breve percorso...", p. 99).
6 Sobre el episodio de Berto Panada (Baldus C II 179-554 y luego Baldus V II 131-500) y su origen en el Orlandino véase aquí. La novedosa fábula etiológica de Merlín, -en tercera persona- que se prolonga hasta el v. 154 del mismo libro, se inicia con una descripción del río Mincio, que tras circundar la ciudad de Mantua, fluye separando con su curso dos tierras tradicionalmente enfrentadas, la de Pietole y la de Cipada. Pietole se jactaba de haber engendrado a Virgilio, lo que escarnecía a Cipada, carente de poetas. Para remediar tal tacha el senado de ésta designa un embajador doctorado, que embarca para Eubea, donde es acogido solennemente. Prontamente es recibido en el Parnaso por Apolo, que escucha su embajada: ésta consistía en pedir para Cipada un poeta que con la fuerza de su canto supere no sólo a Virgilio sino también a Homero, de modo que no sean dignos de limpiarle el culo (qui nec sint digni sibi nettezare culamen). Apolo responde que Virgilio y Homero han acaparado todo su oro, sin dejar nada a sus seguidores, que, como Pontano, Sannazaro, Fracastoro, Vida y Marullo no han producido más que mera alquimia, y le propone al embajador que vaya al paradisíaco reino de las lasagnas, donde, al igual que él mismo toca la lira y danzan en torno las Camenas, el orondo Tifi toca la gaita acompañando la danza de sus hermanas, pues nadie destaca aún en ese nuevo arte, de modo que puede corresponder la macarrónica palma a Cipada. Tras un largo vagar el embajador llega a los montes donde se atan las viñas con salchichas y todos los árboles producen tortas y buñuelos. Allí es acogido con agrado por Tifi y sus hermanas, que le proporcionan la receta para conseguir un poeta tripífero (trippiferum... poetam), que sojuzge a Virgilio y Homero. El senado y el pueblo de Cipada eligen a un retoño de la clara estirpe de los Folengo, al que alimentar a sus espensas para que cante con la gaita las gestas de Cipada. Pero, milagrosamente, y de modo parejo a como se dice que un enjambre de de abejas alimentaba con miel a Platón, así una mirla (merla) negra cruzaba todos los días el Po llevando en su pico el alimento para el bebé, que recibió de este hecho el nombre de Merlín. Luego fue confiado a un docto preceptor, y tras curtirse en la prosa y en el verso, marcha con muchos compañeros a estudiar a Bolonia, y a escuchar las chanzas del filósofo Pietro Pomponazzi, pero Merlín prefiere entregarse al arte macarrónica en la que había sido introducido desde sus más tiernas uñas por su preceptor Cocayo. Desde el v. 133 al 154 se cuenta que sus primeras composiciones fueron la Moschaea y la Zanitonella, y que luego empezó a componer el Baldus, cuyo protagonista, y otros personajes del poema, le fueron inspirados por compañeros de estudio. Tales obras -se advierte- fueron compuestas cuando Merlín era estudiante, y "no, como brama la chusma, cuando frecuentaba los claustros de la gente de la capucha" (...non ut zentaia baiaffat / quando cucullatae pratigabat claustra brigatae). Aún no había acabado el Baldus cuando un gran tumulto le obligó a huir, y, acto seguido, cambió su modo de vida bajo una regla -religiosa- (sub arcta lege), dejando su obra inacabada, y dedicó sus horas a una mejor ocupación (Estos últimos versos faltan en la última redacción, donde pasaron, transformados, a la biografía folenguiana colocada en el prefacio de la edición, firmada por Vigaso Cocaio, que se presenta como el preceptor del joven Merlín. Tales datos alimentaron la llamada "leyenda autobiográfica" folenguiana. Cf. supra. III. 1. n.2. La etopeya pasó sin muchos más retoques a dicha redacción. Curti reproduce en dos columnas yuxtapuestas Baldus C XXII 105-156 y el equivalente Baldus V XXII 105-134 [cf. ID. "Vigaso Cocaio"..., pp. 134-136]).
7 Cf. ed. Zaggia, pp. 176-177.
8 Cf. ib., pp. 385-386.
9 Cf. ib., pp. 489-492.
10 Esta operación de reelaboración formal miraba, en opinión de Zaggia, "a atenuar muchas asperezas dialectales y extravagancias métricas, y a injertar consistentes dosis de integérrimo latín humanista; fragmentos enteros del Baldus y una buena mitad de los epigramas de la Cipadense discurren en un latín ebúrneo, humanísticamente correcto. Además, por la parte vulgar, en las elecciones gráficas, fonéticas y lexicales se reconocen con mucha evidencia también formas inopinadamente tomadas del lenguaje literario de base toscana (el mismo lenguaje que Folengo había adoptado, o intentado adoptar, en las obras italianas anteriormente publicadas)" (cf. ID. "Breve percorso...", p. 97). Laura Goggi Carotti observaba, en el paso de la T a la C-V, la existencia de variantes que buscan dan un ritmo más ágil al hexámetro, el predominio de un colorido de léxico vulgar dialectal (aunque también se dan pasos de léxico vulgar a otro más latino), y la capacidad de organizar la sintaxis y la narración en modo más complejo y compacto, de graduar la acción para obtener efectos de suspensión y de tensión narrativa, de renunciar a notas y detalles particulares que distraían la atención del lector (cf. EAD. "La rielaborazione degli episodi della Domus Phantasiae e della Zucca (Baldus, XXV)", Atti convegno 1977, pp. 186-208).
11 Una descripción de estas ediciones (C1 y C2) en ed. Zaggia pp. 588-890.
12 Cf. U. E. PAOLI, Il latino..., p. 229. Tal denominación fue recordada posteriormente (Bonora, Zaggia).

13 Zaggia empleó en su edición cuatro ejemplares de C1 -de los doce existentes-, de cuya colación no emergieron variantes. Curti presentaba a Mario Chiesa como futuro editor de las redd. C y V (cf. "Vigaso Cocaio", p. 130 n. 12).

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