CARMINA MACARONICA SELECTA

"Quid contentandum nisi contentamus amigos? / Hoc mihi servitium facias, tu deinde comanda, / nam, giandussa mihi veniat in culmine nasi, / ni pro te posthac Paradisos mille refudem", Baldus, V, 9, 295-298

sábado, 24 de diciembre de 2016

ZAMBELLO Y TOGNAZZO (Baldus V, 4, 160-367)




Zambello entretanto ya era un hombre hecho y derecho.                   160
Zambello, nacido de Berto y de su madre Tontina1,
que era tenido como sangre y hermano de Baldo.
Él también mujer desposara, Lena de nombre,
y tío Tognazzo fue el instigador de tal casamiento.
Este Zambello más que una bocha2 era redondo,                               165
y agudo como la mano de almirez de la ajada;
todo cuanto ganaba con la azada y arado,
gastábalo Baldo en ventorros, y cuentas de la taberna.
Sin gastos mirar en la mesa, Baldo quiere cabritos,
coallas3, faisanes, presas de gavilanes y azores;                                170
Zambello, en cambio, ajo y fuertes cebollas apenas
come, y conténtase con lamer rara vez la escudilla.
Si fuera por Baldo, no dormiría siquiera de noche,
tras obligarlo a deslomarse de día en el campo.
Aquél, trabajando, de qué comer apenas tenía,                                  175
Baldo, remoloneando, la bolsa y dineros tenía.
El pobre hombre a alguien querría contar sus desdichas,
mas teme que el acostumbrado bastón las espaldas le mida,
que cada tarde su chepa probaba camino de casa.
Así pues, cierto día solo solito en el campo                                        180
él trabajaba con gran esfuerzo sobre sus judías.
Febo apuntaba apenas por las vicentinas montañas4,
y de comer el deseo ya atormentaba a Zambello,
que en su barriga ruido hacer a sus tripas vacías
siente, y por el estómago fuertes rugidos de hambre.                         185
Mas dado que ninguna alforja cuelga del olmo,
do haya al menos un cacho de pan mohoso o de queso,
mas dado que ninguna bota de vino aguado,
con el que pueda al menos mojar su boca reseca,
tira lejos la azada, y, desesperado, del hondo                                     190
del pecho suelta un suspiro por detrás y delante.
Rascando después la cabeza con diestra, y el culo con zurda
(el vientre saciar no pudiendo, sus uñas quiere ahítas),
farfulla entre dientes, en baja voz masculla palabras,
y barbotea igual que una olla de nabos hirviendo.                               195
Blasfema, su boca maldice, y dedica denuestos a Baldo;
de hecho, tiene el ombligo hundido hacia la espalda.
Sin ya poder más, al fin gritó tal a grandes voces:
"¡ay, a ver si revientas!, ¡ay, que el diablo te lleve!,
¡ay de mi estómago, ay de mi panza, ay de mis tripas!                        200
¿siempre así callaré?, ¿moriré así de hambre canina?,
¿me angustiaré, desdichado?, ¿ninguna ayuda me busco?,
¿qué desgracia mayor puede ahora acaecerme,
si, ¡puta mierda!, voy a contar a otros mis penas?
Sea; me machacará la espalda el tirano canalla.                                  205
¿No me la machacará, y sigue, empero, haciéndolo,
sólo teniendo ganas de algo decir de lo mío?
Encontraré finalmente quien me libre de cierto
de tantos desfallecimientos, putadas y desventuras.
¿A quién hallarás en fin? Ninguno se encuentra, te digo,                       210
nadie que quiera la vida jugarse contra los tiranos.
La horca hallarás que sea el final de los sinsabores.
¡Ay! A mí todos me apartan, todos a mí me rechazan;
porque llevo un gabán desgastado y remendado,
ninguna gorra cubre la mi cabeza tiñosa,                                             215
ningún calzón recubre mis posaderas desnudas,
y en fin, ni una calza barata lleva mi pierna,
en cambio, en mis rotos zapatos ventanas hallaron mis dedos;
en mi bolsa no hay ni una puta moneda,
con la que pueda comprar un mendrugo de pan hecho moho,                220
con la que el barbero quiera a mí los piojos cortarme,
que, de jabón privado, me atacan de día y de noche.
Asco doy al pueblo, la gente me toma a chacota,
soy el hazmerreír de los locos, y el vaina de nuestra Cipada.
No faltan hombres bien avisados que danme consejos,                          225
pero faltan quienes se dignen prestarme una ayudita.
Todos médicos son, pero su medicina la niegan;
todos amigos son, mas de amigo a su plato no tengo.
Soy rico, todos a dar la vida por mí están listos;
soy pobre, nadie a gastar un duro por mí está listo."                             230
Tal decía, cuando a lo lejos pasando a Tognazzo
ve oportunamente, para contarle sus penas.
Es éste el famoso anciano, padre de la patria, el Tognazzo
nacido en Cipada para el azote de sus malhechores.
Fue con frecuencia cónsul, y dictador de Cipada,                                   235
pues mañas se daba con las leyes senatoriales.
Quien fuera buscando de un Catón el consejo,
al punto se encaminaba a hablar al sabio Tognazzo.
Llevaba un birrete que usaban en tiempos de Maricastaña,
de cuyo pliegue cuelga un mogollón de escrituras.                                 240
Propio resulta de un cónsul llevar aquestos papeles,
de donde dáse a saber la ciencia de docta cabeza.
Recuerdo forma tal de birrete haberla a veces visto
de carnaval en las fiestas, y en tiempos de cuchufletas,
cuando máscaras pónense los bufones y memos.                                  245
De este birrete saca Tognazzo unas orejas,
tan llenas de mierda que mal bastaría un badil5 a limpiarlas.
Siempre tiene un moco colgando de sus narices,
de donde sale un olor que apesta como cagadero.
Le cae de los hombros giornea6 de terciopelo gastado,                          250
según la moda que usaba la gente de tiempos pasados.
Ésta apenas cubre las bragas en torno del culo.
Suele ponerse, como se usa, unas calzas abiertas,
y para tenerlas sujetas se sirve de dos imperdibles,
que cuando sopla el viento, descubre sus posaderas.                            255
Una escarcina7 en media vaina le cuelga a un lado,
con la que saca camisa a anguilas, y braga a las ranas.
Aunque tiene joroba, camina muy engallado,
y, caminando, lleva entrambos brazos en jarras,
por lo que parece una piñata8 de las de dos asas.                                 260
Y pavoneándose menea el trasero cual oca.
Hartas veces, empero, las bragas le hacen de guantes,
pues allí, cuando frío hace, calienta sus dedos.
A éste, pues, viendo, Zambello con ledo semblante
se acerca, corre deprisa, y grita: "¡Hola, Tognazzo!                               265
¡hola, Tognazzo! con vos deseo hablar un momento."
Aquél se da la vuelta con gravedad catoniana:
"¿Quién me llama?" -dice- "¡oh!, a ti, Zambello, buscaba;
ahora mismo objeto eras de mis pensamientos.
¿Qué ocurre? ¡te veo tan delgado, tan macilento!                                 270
¿aún comido no has?,¿aún no has bebido, Zambello?
Es de comer el momento, ¿dónde el carnero? ¡a verlo!"
"¡Ay!" -suspira Zambello- ¡ay, de mí, desdichado!
Pan no tengo, mira mi alforja del todo vacía,
vino no tengo, mira también mi bota vacía.                                         275
¡Oh, Dios, ojalá que así como yo comiesen el propio
Baldo y Berta, de mi hacienda devoradora!
¡Ah, cojones, con qué injusticias aquél me atormenta!
Con la autoridad ardo en deseos de hablar propiamente,
puede que ya no más me atribule aquel asesino.                                 280
Dame consejo: ¿hablaré?, ¿la cosa oportuna la encuentras?
Tognazzo, escupiendo su cólera y fuego por las narices,
responde:"¿oportuna la encuentro?,¿hablarás?, ¿y de mí solicitas
consejo que incluso tu propia azada habríate dado?
¡Oh, tontorrón, tontorrón!, pues loco estás de remate,                        285
¿Qué esperas aún, merluzo?, ¿qué?, ¿acaso el sustento,
acaso un bocado esperas de otra parte, bobazo?
No es uso, empero, de los hombres de ahora socorro
alguno prestar a los pobres, si premio no hay de por medio.
No obstante, habla en fin: ¿Qué hace aquel sinvergüenza?                  290
que sogas ciento merece, y un centenar de tenazas.
Di, amigo Zambello, habla, ¡venga!, no llores,
confía siempre tus pensamientos a viejos sagaces,
que pueden darte el consejo de su sapienza probada.
Sabes con cuán estrecho afecto estamos ligados,                               295
sabes que siempre te llevo pegado a mis entretelas."
Zambello replica: "tienes, Tognazzo, razón por entero.
Pero, sentémonos antes, te ruego, en esta umbría,
que no nos vea por malaventura aquél discurriendo,
y piense que despotricamos de sus malvadas empresas,                     300
y te caliente sin miramientos a bastonazos.
No lo digo por mí, que acostumbrado a tales
palos estoy, y tengo ya duras estas costillas."
Tognazzo arrugando los huecos de sus narices furiosos:
"¿Qué cuchicheas? -dice-, ¿acaso parezco un don nadie,                     305
y un cobardica a ti?, a mí la pujanza de Baldo
entera ni un mínimo pelo de barba podría arrancarme.
Tenga cuidado consigo, y donde sepa que paro
no ose sus pasos encaminar o volver la mirada.
Tal charlatán, aunque tenga la fama de a muchos cargarse,                310
digo, aunque tenga la fama de todo aplastar en bravatas,
a éste, empero, y otros parejos no estimo una higa.
Si no hay hechos y sólo palabras, en éstas me cago,
y digo que son cobardes los perros ladrando a la luna.
Estos matones llevan espadas ceñidas al flanco,                                315
mas justo cuando llega el momento de desenvainarlas,
oponen talones, y dan la espalda en vez de la cara.
Éstos adornan sus gorros con tremolante penacho,
que cubren un ojo, sea el derecho, o bien el izquierdo;
tajos cien les dan a sus calzas9 en torno a sus muslos,                       320
y llevan casacas de corta talla, y capas pequeñas10,
porque se vea sus piernas cubiertas de terciopelo,
y daga bresciana con un cordón de oro ligada.
Nada, empero, de pan hay que tengan dentro de casa.
Entran a veces en grupo en las tabernas los jaques,                           325
y con terrible estropicio asaltan pesados bocales,
y expugnan el vino griego a vasos, y el corso11 a garrafas.
De aquí, pues, de aquí tenemos aquellas sonoras
palabras de la bravata, como: "sagrada, la puta,
coño, reniego de dioses", y muchas y más de los jaques,                    330
las que pueden espanto dar incluso al cielo.
Ahora, esto lo dejo de lado, pero a aquellos
todos haré vaciar las tripas sin lavativas.
No te vengo con cuentos, sé lo que llevo en el pecho."
Zambello, rascándose la roña, de la que abunda,                               335
empieza: "¡Ay, Dios mío!, que muerto soy, Padre mío!
No tengo tiempo de darte cuenta de tantos manejos.
Esto solamente quiero decirte, que Baldo
nos hace morir de hambre a mí, mi mujer y mis hijos.
Siempre yo me mato a cavar, a hilar mi parienta,                              340
a pastorear la marrana los niños; ni azada, ni rueca,
ni puerca, empero, nos valen; todo Baldo devora,
todo Berta agarra para ella misma y sus hijos.
Cuando vuelvo a casa con brazos entumecidos,
pensando encontrar alguna cosa puesta de cena,                              345
primero las buenas tardes me da un bastón portanudos.
Sólo como patadas en panza, y puños maduros,
y la paciencia me presta una extraña cuchara,
pues el bellaco dame de palos hasta hartarse,
y con un garrote ayuda Berta a su marido.                                        350
¿Por qué -me dice- regresas a casa tan tempranito?"
Luego de nuevo me pegan, me descalabran, y aterran:
éstos mis víveres son, tal cena se me prepara,
y buen remedio no hallé de curar mis carnes menguadas.
Lena, viendo tantas ofensas, se araña con uñas                                 355
la jeta y sus trenzas, y golpes se da también en la panza.
Yo mismo duermo, igual que un mastín, encima de paja,
ése reposa con su esposa sobre mi lecho.
Ayuda, te ruego, y esclavo tuyo seré para siempre,
y un quesito de leche, y un pan hecho de mantequilla                        360
a cambio de este favor robaré para hacerte regalo."
Al cual Tognazzo responde: "Razón tienes toda, Zambello,
y una gran compasión por ti, pobrecito, yo siento.
Ahora esta encomienda déjamela a mí toda;
haré que aquél ladrón no te cause jamás más perjuicio."                    365
Tras esto decir, se va a la ciudad con harta presteza
Tognazzo, y torna de su azadón al trabajo Zambello.
















1Zambellus Berto natus et matre Tonella. "El nombre de la mujer de Berto y madre de Zambello es Dina (v. III, 63-4); aquí Tonella no es nombre propio, sino que está por "tonta", según un uso de la Italia septentrional" (Chiesa).
2Bola de madera de mediano tamaño usada en el juego de bochas.
3Codornices.
4Se trata de los montes Béricos, al nordeste de Mantua (Chiesa).
5Quas male sufficerent plenas nettare badilus. Paleta de hierro o de otro metal.
6Cascat de spallis frusti zorneia veluti. Término al que no encuentro una equivalencia exacta en español. Designa una sobrevesta amplia abierta por los lados con el fin de dejar ver la ropa que cubre; ya estaba en desuso a comienzos del siglo XVI (Chiesa).
7Espada corta y corva, a modo de alfanje.
8Especie de olla panzuda.
9Según la moda española de las calzas acuchilladas (Chiesa).
10También a la moda española.

11v. I 503 y 511

domingo, 16 de octubre de 2016

FRAGMENTOS DE MI TRADUCCIÓN DE BALDO. LOS COMPAÑEROS DE BALDO: CÍNGAR Y FALCHETTO (Baldus V, 4, 81-146)




De Baldo el segundo de los compañeros llamábase Cíngar;
Cíngar escapahorcas, estafador y precito,
pícaro, aflojabolsas, siempre al engaño dispuesto.
Chupado de cara, mas puro músculo el cuerpo restante,
veloz en andar y en hablar, veloz en meterse a la obra,                         85
con la cabeza siempre descubierta y toda rapada.
Maestro en befas y bufas hacer, y engaños y burlas,
jugando con su expresión formaba miles de caras,
y bizqueando creaba los más variados mohínes.
Rara vez la verdad decía, y era mal guía;                                             90
pues a quien le preguntaba cuál era el camino correcto,
lo desviaba hacia las garras de sus camaradas.
Siempre llevaba consigo una especie de alforja,
que de ganzúas estaba llena y de sordas tenazas,
con las que de noche cerrada en las tiendas más abastecidas                95
entraba, cargando de género bueno a sus compinches.
Despoja altares de iglesia, y silencioso se mete
en los almacenes y en los gualdarropas de las sacristías.
¡Oh, cuántas veces revienta diestro aquella cajita,
de donde el cura saca la ofrenda de nuevas capillas,                            100
o más bien para comprarle vestidos a la criada.
Tres veces encarcelado al patíbulo había subido,                       
y sobre éste con el verdugo ya preparado,
y a punto de ser colgado, y la pata estirar en el aire,
siempre por Baldo armado, y de los suyos acompañado,                      105
era salvado y sacado a la fuerza de entre los esbirros.
Éste luego tornaba deprisa a su arte primera;
por la cual de nuevo lo capturaba el justicia, y a Mantua
entrando con cuerdas atado entre mil malandrines
de espontones1 mohosos armados y lanzas jinetas2,                           110
al punto reconocido, todo el pueblo y toda
la gente de los negocios a los cuatro vientos gritaba:
"Mira que viene el diablo, a nadie deja tranquilo;
como ladrón despojó los altares de san Francisco3,
el sinvergüenza lleva encima de sí mil condenas,                                115
robó a los frailes de san Cristóbal un cerdo partido
en dos, y de ocas en salazón alguna tinaja.
Frutas no deja en vergeles, ni berzas perdona a las huertas,
ni en los gallineros respeta gallinas, ni los capones.
Ha descalabrado un cura, y a un sacristán ha dejado                          120
molido a puñadas, quitándoles de continuo su yegua".
Así le insulta el populacho, más él para nada
atiende los gritos del vulgo con ademán impasible.
Y mientras lo llevan a la prisión, y la horca aparejan,
mientras se espera sin más que al ladrón cuelguen por la mañana,      125
de noche rompe cerrojos, y arranca del muro ladrillos,
hace en la cárcel un buco, y torna a robar los colmados.
Baldo siempre lo amó sobre todos sus camaradas,
pues su raza de la simiente formó de Margutte4.
¿En fin, qué diré de ti, Falchetto5 de la doble hechura,                        130
quien también por Baldo dar la vida juraras?
Diré, mas a muchos pareceré quizás mentiroso,
cuando diré lo que yo con mis propias gafas he visto.
Vi yo a Falchetto nacido con doble naturaleza,
porque hasta el culo aspecto de hombre tenía,                                  135
y desde allí a la cola forma de galgo se daba.
No sé, mi buen e ingenuo lector, si entiendes la cosa;
direlo con más claridad: comía con diente de hombre,
y con las tripas de un mastín lo comido cagaba;
por eso, un corredor velocísimo era, que incluso                                140
corzos cazaba, así como liebres, y ciervos huidizos.
Puesto que hombre y moloso6 era a partes iguales,
a éste muchos reyes, papas y grandes señores
querían tenerlo en sus propias cortes con grandes honores;
en el favor de reyes y papas cagándose en cambio,                           145
sólo con Baldo duerme, bebe, y toma alimento.






1Lanza rematada por una punta de hierro en forma de corazón.
2cf. v. 30
3Iglesia y monasterio de san Francisco, en la parte norte de la ciudad (Faccioli).
4Margutte es compañero de Morgante en la obra de Pulci.
5El propio Folengo en la red. T y el Chaos presenta a Pulicane, personaje de los Reali di Francia, medio hombre y medio perro, como antepasado de Falchetto (Chiesa).

6Raza de perro procedente de Molosia.




domingo, 25 de septiembre de 2016

FRAGMENTOS DE MI TRADUCCIÓN DE BALDO DE FOLENGO: LOS COMPAÑEROS DE BALDO (V, 4, 53-80)




Primero el magno Fracasso, estirpe de los gigantes,
cuya estatura fue (en verdad no digo mentiras)
con toda seguridad de unos brazos cuarenta1.                                   55
Y su cabeza más de un staio2 tenía de gorda,
entero en su boca abierta le habría entrado un cordero,
y ocho botas podrían hacerse con sus orejas,
y sobre su frente habrías podido jugar a los dados.
Vastos hombros tuvo, y una espalda muy ancha,                              60
gordas piernazas y brazos, y un culo desmesurado.
No había en el mundo caballo que pudiera llevarlo;
cuando montaba, a todos dejaba como tortilla.
Cogiendo por los cuernos un toro enorme en sus manos,
lo hacía girar sobre su cabeza con la presteza                                   65
del halconero que gira el señuelo a su ave llamando.
Panzuda y dura celada llevaba en la cabeza,
que tanto vino albergaba cuanto puede una brenta3.                    
Como merienda su ancha boca comía un ternero,
y ochenta panes no llenaban sus tripas del todo.                              70
Sean como queráis, bastiones y cortaduras
sus manos zarandeaban, y todos a tierra tiraba.
Sus dedos así arrancaban encinas de las añosas,
como arrancar suelen ajos y puerros los campesinos.
Andaba con tanto estrépito y tan pesado el paso,                             75
que toda la tierra se estremecía bajo sus plantas.
Tenía un escudo más grande que el fondo de una tinaja,
y un gigantesco bastón no menor que un mástil de barco.
Cuya progenie venía de aquel famoso Morgante4,
que con el badajo de una campana armado salía.                            80













Imagen: el gigante Morgante.

118,60 metros según la medida del brazo mantuano.
2Unidad de medida para áridos equivalente a unos treinta litros y también, como aquí, el recipiente cilíndrico con sus duelas correspondientes.
3Recipiente de vino de 50 litros de capacidad usado en la Italia septientrional.

4Gigante protagonista de la obra homónima de Luigi Pulci (1483).

domingo, 11 de septiembre de 2016

FRAGMENTOS DE MI TRADUCCIÓN DEL BALDUS: FORMA BALDI (IV, 1-50)





Ya en estatura Baldo a crecer había empezado
ampliamente, y a alzarse al cielo con miembros robustos;
ya se le pueden contar unos cinco brazos de altura;
fornido resulta, de anchas espaldas y pecho potente,
mas una pequeña cintura ciñe sus flancos estrechos.                              5
Membrudo de piernas, pequeño de pie, y huesudos tobillos,
camina derecho, y con paso ligero, de tal manera
que apenas deja de sus pies la señal en la arena.
Vivaces tiene aquél los sus ojos, girándolos siempre
de un lado para otro, más veloces que el rayo                                       10
que se produce cuando el sol en espejo rebota.
La barba aún no la tiene poblada ni dura de pelos;
en el mentón le apuntan sólo treinta pelusas;
su labio de arriba un poco más sobresale que el otro
de abajo, rasgo de un hombre juicioso en el futuro.                               15
Mas como en esta tierna edad carece de guía,
malas ya compañías, rufianes y malandrines
frecuenta con bravucones, bandidos y ciertos esbirros,
que el nombre reciben de matasietes y perdonavidas.
Sólo con tales Baldo se huelga, como la verde                                       20
edad conduce al jovencito al modo de un potro,
y hácele más de un cabestro romper del establo;
de hecho, estos gallitos, mientras les hierve la sangre,
les es el estómago sano, siempre a zampar preparado,
no ponen prudencia ni buen sentido en sus asuntos,                              25
y no miran nada más lejos de sus narices.
En toda la ciudad solamente se habla de Baldo,
quien con sus fuerzas descomunales a todos aterra,
no se cura de dioses, ni santos, ni de diablos.
A ése ni espadas, a ése ni lanzas jinetas1 a miles                                  30
ni esbirros ni los corchetes asustan, ni el propio Gallofo,2
Señor de la villa, puede domar su ánimo fiero.
Ante su extensa fama y su nombre sueltabarrigas3
brazo no hay tan fuerte, ni de gigante ciclópea
espalda, ni de Orlando mirada, ni mies de Reinaldos                              35
que en los calzones no se cague del mucho cangüelo.
Ciñe espadón al costado por ser de todos temido,
forjado en las oficinas lóbregas de Vulcano;
templáronlo con el súbito fuego del rayo los fabros
Broth el cojo, Sterops bizco, y el jorobado Pirazzo.4                               40
Tanta elasticidad en sus músculos era patente,
que cualquier manera de salto que hagan, bien sea
el gato que atrapa un ratón, o la presta leona cabrito,
Baldo lo repetiría sin el menor menoscabo.
Por eso en Cipada los cabecillas y gente del hampa,                               45
y quienes perjuran siempre de ser entre ellos hermanos
inducen a Baldo con el vínculo del juramento
a ser rey de aquella compaña, y tomar su mando gustoso,
de suerte que todos por él arriesgar la vida no teman,
pues donde falta un jefe, todo al cuerno se anda.                                  50









Ilustración: Giorgione.


1 Non illum spadae, non illum mille zanettae. Lanza corta con el hierro dorado y una borla por guarnición. Messedaglia, citado por Chiesa, señala que fue introducida en España por los caballeros bereberes de la tribu de los Zeneta al servicio de los sultanes de Granada.
2cf. libro II, 64.
3Ipsius ad grandem famam nomenque cagandum.

4Broth zoppus sguerzusque Sterops gobbusque Pyrazzus. Parodia macarrónica de un verso virgiliano en que se menciona a los tres Cíclopes herreros de Vulcano (Aen. 8, 425: Brontes Steropesque et nudus membra Pyracmon), cuyos nombres son deformados dialectalmente (Faccioli).


domingo, 28 de agosto de 2016

FRAGMENTOS DE MI TRADUCCIÓN DEL BALDUS V: SORDELLO CONTRA LOS ESBIRROS (III, 489-567)




Baldo, después de haber dado muerte al esbirro Lanzarote, es capturado por los esbirros de la justicia en presencia de su madre, que muere de la impresión; en el camino topan con el caballero Sordello de Goito,trovador en lengua provenzal del siglo XIII, nacido en Goito, y también conocido por sus hazañas caballerescas, quien después de oír al niño ordena a los esbirros que lo liberen; éstos se niegan una primera vez, y Sordello dirige a los presentes una atrabiliaria arenga contra aquéllos, que hace que suelten a Baldo, quien pasa bajo la protección del noble mantuano.





 Mudo quedóse el noble oyendo al pequeñuelo,
e intuye que en el futuro un hombre será de los grandes.                  490
A los esbirros presto les dice1: "Gente no vese
bajo el manto del cielo que en estupidez os supere.
¿Qué vergüenza es ésta? ¡deprisa! ¿a quién hablo? ¡quitadle
estos nudos al niño, y no deciros la cosa
hagáis dos veces, o vais a ver de Sordello la ira!".                             495
Y el alguacil: "debemos obedecer al senado,
ni más ni menos hacemos de lo que nos han ordenado".
Mientras a alta voz se daban estas respuestas,
acude de hombres una gran multitud de doquiera.
Aquí Sordello, teniendo del propio honor deferencia,                         500
por no litigar con esbirros delante de tanta gente,
a algunos hombres de bien se dirige que allí se encontraban,
y con desdeñosa sonrisa decía tales palabras:
"Esbirros muertos de hambre, y de piojos comidos,
son de morir dignos en el seno materno, de modo                            505
que no devoren pan ni vino trasieguen en vano.
Suelen estos tramposos no atrapar a ninguno,
si no ven que aquél no ciñe espada ninguna;
de hecho, si alguno se planta, a desenvainar preparado,
al punto este hato de sinvergüenzas se da media vuelta,                   510
cual hacen los viles milanos cuando al halcón avizoran.
Mas si de noche por la ciudad va un desgraciado,
y lleva, como suele hacerse, una mínima lumbre,
¿qué hacen entonces estos ladrones y sacos de mierda?
Para que apague la luz uno de los esbirros envían,                            515
y de la mano del pobre quite a traición la linterna.
Hecho lo cual, la gentuza se lanza, y espadas de plomo
hacen resonar en sus carcomidos escudos.
Rodéanlo, lo desnudan, y las esposas le ponen.
A menos que el infeliz, afirmo, a menos que a aquéllos                     520
dispuesto esté a entregar los pocos reales que tiene,
entonces déjanlo ir desdichado y entristecido;
pues cuantas monedas había ganado de día y de noche,
con su trabajo arqueando2, o bien cardando la lana,
para sustento darse a sí mismo y su pobre familia,                           525
es obligado a darlas a un alguacil desalmado,
y a perder su capa, calzones y hasta su camisa.
De la autoridad sola culpa es y de todo el Palacio,
cuya misión consiste en mandar a la horca ladrones,
limpiar las calles de delincuentes, echar la canalla,                          530
y descuartizar bandoleros para que todos los vean,
movidos de afán de justicia, no del vientre y del oro.
¡Ay, sólo a pobres, a indigentes, y sin un duro
vemos llevar un collar de cáñamo hacia la horca!
Mas estos nuestros senadores y de la justicia ministros3                  535
se desinteresan porque, mientras chupan de bolsas,
mientras vacían bolsillos ajenos, y mientras segundan
el depravado comportamiento de sus servidores,
privan a la justicia de espada, y rompen balanzas,
se cagan en el derecho, y le enseñan el culo a las leyes.                 540
Cuánto mejor sufriría la pena de horca esta gente,
que a otros llevando a la pena de horca llámanse esbirros.
Es más, a estos perros permiso les dan de llevar una espada.
A todos vedado está al costado armas ceñirse;
armas el alguacil, y el corchete4 sólo las llevan,                             545
a más del mierda de tío al que toca hacer los embargos;
por eso los caballeros, y de noble sangre nacidos
sienten vergüenza de espadas ceñir en el tiempo que estamos,
porque la gente no los tome también por esbirros.
Si a un malhechor cualquiera van a arrestarlo dispuestos,               550
prenderlo no basta, sino que empiezan a desnudarlo.
Éste le quita la capa, aquél la gorra, y el otro
el sayo, como si sólo a ellos robar fuera lícito.
No hay impiedad en el mundo que a ésta en crueldad la supere.
Fueron, de hecho, creados para castigar el delito:                          555
éstos, en cambio, voraces, justicia mentando, enfullan
y matan hombres, y roban sus bienes su sangre vertiendo.
Muy al contrario actúa tal destrucción de los panes5,
cuando en las horas nocturnas la juventud ardorosa
va de acá para allá, bien por buscarse camorra,                             560
bien por cantar de mañana a sus enamoradas del alma:
cuando de lejos oyen tocar del laúd las cüerdas,
y escuchan el canto acordar al "fric, fric" de la cuerda segunda6,
y cuando ven a la luz mortecina brillar los lucientes
bien coseletes, o alabardas, o unas celadas,                                  565
rápido giran, escapan, y evitan a esos diablos,
entre dientes diciendo: "aquí de ganar no hay nada"".










Ilustración: Andrea della Robbia.


1El episodio de la captura de Baldo, y de la arenga de Sordello a los esbirros falta en la redacción Toscolanense, donde un caballero llamado Augusto encuentra a Baldo inmediatamente después de que este mate al esbirro Lanzarote, e impresionado, lo lleva consigo.
2Sacudir o ahuecar la lana con un arco de una o dos cuerdas.
3Alguacil o cualquiera de los oficiales inferiores que perseguía el delito.
4Agente de justicia que se encargaba de prender a los delincuentes.
5At per contrarium facit haec destructio panis. El abstracto macarrónico destructio significa la pluralidad común de los esbirros. E. Bonora veía en estos abstractos un elemento determinante de la creatividad lingüística macarrónica, al aunar el sentido amplificatorio que atribuía a los abstractos el latín, y la fuerte vena cómica de la fantasía dialectal, que tendía a captar de las cosas el aspecto material y sensible (cf. E. BONORA, Retorica e invenzione, p. 87: Dire, per esempio, di un ghiottone ribaldo che è una destructio panis viene ad essere definizione più forte, oltre che più pittoresca, dell'ovvio destructor panis, per la facoltà di accentrare in destructio l'immagine di un distrurre colto in tutta la sua pienezza, senza determinazioni di lugo o di tempo).

6Et frictum sotanellis iungere cantum. La corda sottana era la segunda cuerda del laúd (sus nombres eran Canto, Sottana, Mezzana, Tenore, Bordone, Basso); por otra parte el empleo de la onomatopeya es un rasgo destacado del macarroneo folenguiano.